No todos los síntomas aparecen al mismo tiempo. Al principio no hay molestias sino que van apareciendo paulatinamente.
En primer lugar hay un aumento de la sudoración y como consecuencia de ello junto con la acción de los hongos se presenta mal olor. Los pies están macerados, y la piel se vuelve mucho más vulnerable y frágil.
Si no se toman medidas, la infección prosigue y en un segundo tiempo se presenta el picor, con sensación de quemazón al mismo tiempo. Más tarde surge dolor, grietas, rozaduras y descamación de la piel.
Las alteraciones suelen empezar entre el 4º y 5º dedo y pueden extenderse al resto de los dedos, al resto del pie e incluso llegar a afectar a las uñas.
También hay casos en los que se llegan a formar amplias ampollas. Si el hongo llega a causar erosiones, se debe prestar particular atención a la higiene de la zona, ya que puede producirse además una infección por bacterias, especialmente en personas mayores e individuos con inadecuada irrigación sanguínea de los pies.
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